jueves, 7 de febrero de 2008

Conclusiones Trabajo: Instituciones Financieras Internacionales

Miembros del grupo:

- Alberto Alonso de la Fuente
- Ana Llorente Álvarez
- Lucia Martinez Fernandez
- Irene Sánchez Lopez



Conclusiones


Reparto de poder en el FMI

Actualmente, la cuota de poder de cada país viene determina de manera que refleje básicamente su situación económica en relación con la de los demás miembros. Para modificar su cuota, se consideran varios factores económicos, entre ellos el Producto Interior Bruto (PIB), las transacciones en cuenta corriente y las reservas oficiales.

El reparto de poder actual está obsoleto, lo que impide un funcionamiento adecuado de la institución en cuanto a sus objetivos. Organizado el poder alrededor de una mesa con 24 sillas, cada silla tiene un porcentaje de poder y representa a un país o a un conjunto de ellos. EEUU, Japón, Francia, Alemania y Reino Unido poseen silla propia, el resto de sillas son agrupaciones de países (por ejemplo, España comparte su silla con Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y hasta hace 3 años, Venezuela) a excepción de Arabia Saudí (3,17%), Rusia (2,70%) y China (3,66%), que disponen también de silla propia.

Por lo tanto, el FMI está dominado por Estados Unidos, Europa y Japón. Washington tiene poder de veto, con una cuota del 16,79%, seguido por Japón, con un 6,02%, Alemania, Francia y Gran Bretaña. La economía de China, que multiplica el tamaño de la suma de Bélgica y Holanda, tiene un poder de voto de un 3,66%, que es similar al que tienen individualmente los dos países europeos. Pero este problema de subrepresentación no se limita a China; se extiende por la mayoría de regiones que han crecido con fuerza en los últimos años como Asia, Oriente Medio, Latinoamérica e incluso a España, que con un poder de voto del 1,41% del total, está muy lejos de lo que su peso económico hoy en día dictaría. Por ejemplo, Suiza, cuya economía es prácticamente la mitad que la española, tiene un poder de voto mayor, del 1,6%.

El problema resulta obvio: la estructura del FMI refleja un mundo económico que hoy ya no existe, es decir, el de la postguerra de la II Guerra Mundial. La distribución de los votos tiene que cambiar para reflejar que países como Brasil, India, China y otras economías emergentes han dado un salto de gigante en las últimas décadas. Si esto no se lleva acabo, el FMI perderá como pierde ya actualmente legitimidad y utilidad. Como ejemplo, China, ante este reparto tan desigual ha creado su propio fondo.

El pasado octubre de 2007 cerró un proceso de reforma del reparto de poder que se inició a principios de 2006. En la última sesión de Rodrigo Rato como presidente, el objetivo principal era el dotar al FMI de un reparto de porcentaje de voto más equitativo para así dar más legitimidad a la institución, reflejando la economía mundial actual y no, como hemos dicho, la diseñada después de la II Guerra Mundial.

Pese a la resolución votada con un 90,6% a favor, el resultado ha sido el descontento de todos los países: Occidente se queja porque ha perdido cuota de poder y el tercer mundo y economías emergentes también manifiestan su descontento porque su cuota ha variado muy ligeramente respecto a la anterior; en algunos casos, casi inapreciable.

Los países que han ganado en representación son principalmente China, India, Brasil, México y Rusia. En el mejor de los casos han subido poco más de un punto porcentual. Por otro lado, muchos países han visto revalorizado su poder, pero el cambio es tan ligero que apenas influye. Por el momento, los países emergentes se van a casa sin resultados muy tangibles, pero con la promesa de que están llamados a jugar un papel más importante del que han desempeñado hasta ahora.

El FMI se había comprometido a que la redistribución del voto resulte en un aumento del poder de las naciones en desarrollo. También dijo que en la nueva fórmula que determinará el voto, el Producto Interno Bruto (PIB) será "la variable más importante" en la nueva fórmula que se utilizará para redistribuir el poder y se comprometió a aumentar las cuotas. El resultado final es que la variación es apenas de un 10%.

Aunque la mayoría de los países en desarrollo cree que esos pasos son insuficientes, los consideran alentadores, ya que es la primera reestructuración de los porcentajes a favor de los países emergentes. Sólo el futuro dirá si Occidente consigue mantener su cuota de poder y el determinante derecho a veto en manos de EEUU. Lo que parece claro es que la última reforma es a todas luces insuficiente para conseguir el objetivo de reflejar la economía actual en la “mesa de los 24”.


Políticas económicas

Las políticas económicas que el FMI ha llevado a cabo en muchas ocasiones han provocado los derrumbamientos de economías nacionales o “ajustes estructurales” demasiado impactantes como para ser absorbidos adecuadamente tanto por la opinión pública como por las estructuras económicas internas. Nuestras conclusiones son una serie de recordatorios, remontándonos a los propósitos “descubiertos” con los que fueron creadas estas instituciones.

El apoyo de las Instituciones Financieras Internacionales no ha contribuido a la recuperación de las economías de los distintos países que han sufrido colapsos económicos. Lejos de esto, el FMI se ha encontrado presente en la mayoría de las catastróficas crisis que se dieron a lo largo del mundo en los años 90 y principios de este nuevo siglo.

El FMI ha olvidado sus objetivos fundacionales para limitarse a proteger a los acreedores extranjeros y potenciar que la creación de excedentes estuviera siempre dirigida al infinito pago de la deuda. Las IFI deben encontrar soluciones más consecuentes con las realidades nacionales y no aplicar siempre el mismo recetario de programas para todos los países y para todos los tiempos.

Las IFI deberían dar más importancia a los verdaderos perjudicados de las crisis económicas que son los sectores más vulnerables de la población, en vez de desterrarlos a un eterno segundo plano. La educación, la sanidad, la seguridad laboral, la reducción de las desigualdades a través de una mejor redistribución de los ingresos deberían ser objetivos principales tanto para los gobiernos involucrados como para estos organismos internacionales.

Es imprescindible reactivar la producción de los países que han entrado en colapso económico para poder satisfacer las necesidades de la población, crear empleo y así poder empezar a salir del circulo vicioso que es la deuda externa, que hace a las economías de los países en desarrollo completamente adictas al capital extranjero.

Sería necesario promover una apertura comercial multilateral eliminando el proteccionismo de los países desarrollados que impide una verdadera competitividad de las economías de los países en desarrollo en la economía mundial.

La conclusión y, tal vez la crítica más intensa, compartida por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, es que las políticas de ajuste estructural impulsadas por esos organismos han impuesto enormes costos sociales sobre los grupos vulnerables en los países en desarrollo. Y es a eso precisamente, lo más importante, a lo que las Instituciones Financieras Internacionales tienen dar prioridad reparando en vías distintas para la globalización y no unicamente la de ideología neoliberal.