jueves, 7 de febrero de 2008

Conclusiones Trabajo: Instituciones Financieras Internacionales

Miembros del grupo:

- Alberto Alonso de la Fuente
- Ana Llorente Álvarez
- Lucia Martinez Fernandez
- Irene Sánchez Lopez



Conclusiones


Reparto de poder en el FMI

Actualmente, la cuota de poder de cada país viene determina de manera que refleje básicamente su situación económica en relación con la de los demás miembros. Para modificar su cuota, se consideran varios factores económicos, entre ellos el Producto Interior Bruto (PIB), las transacciones en cuenta corriente y las reservas oficiales.

El reparto de poder actual está obsoleto, lo que impide un funcionamiento adecuado de la institución en cuanto a sus objetivos. Organizado el poder alrededor de una mesa con 24 sillas, cada silla tiene un porcentaje de poder y representa a un país o a un conjunto de ellos. EEUU, Japón, Francia, Alemania y Reino Unido poseen silla propia, el resto de sillas son agrupaciones de países (por ejemplo, España comparte su silla con Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua y hasta hace 3 años, Venezuela) a excepción de Arabia Saudí (3,17%), Rusia (2,70%) y China (3,66%), que disponen también de silla propia.

Por lo tanto, el FMI está dominado por Estados Unidos, Europa y Japón. Washington tiene poder de veto, con una cuota del 16,79%, seguido por Japón, con un 6,02%, Alemania, Francia y Gran Bretaña. La economía de China, que multiplica el tamaño de la suma de Bélgica y Holanda, tiene un poder de voto de un 3,66%, que es similar al que tienen individualmente los dos países europeos. Pero este problema de subrepresentación no se limita a China; se extiende por la mayoría de regiones que han crecido con fuerza en los últimos años como Asia, Oriente Medio, Latinoamérica e incluso a España, que con un poder de voto del 1,41% del total, está muy lejos de lo que su peso económico hoy en día dictaría. Por ejemplo, Suiza, cuya economía es prácticamente la mitad que la española, tiene un poder de voto mayor, del 1,6%.

El problema resulta obvio: la estructura del FMI refleja un mundo económico que hoy ya no existe, es decir, el de la postguerra de la II Guerra Mundial. La distribución de los votos tiene que cambiar para reflejar que países como Brasil, India, China y otras economías emergentes han dado un salto de gigante en las últimas décadas. Si esto no se lleva acabo, el FMI perderá como pierde ya actualmente legitimidad y utilidad. Como ejemplo, China, ante este reparto tan desigual ha creado su propio fondo.

El pasado octubre de 2007 cerró un proceso de reforma del reparto de poder que se inició a principios de 2006. En la última sesión de Rodrigo Rato como presidente, el objetivo principal era el dotar al FMI de un reparto de porcentaje de voto más equitativo para así dar más legitimidad a la institución, reflejando la economía mundial actual y no, como hemos dicho, la diseñada después de la II Guerra Mundial.

Pese a la resolución votada con un 90,6% a favor, el resultado ha sido el descontento de todos los países: Occidente se queja porque ha perdido cuota de poder y el tercer mundo y economías emergentes también manifiestan su descontento porque su cuota ha variado muy ligeramente respecto a la anterior; en algunos casos, casi inapreciable.

Los países que han ganado en representación son principalmente China, India, Brasil, México y Rusia. En el mejor de los casos han subido poco más de un punto porcentual. Por otro lado, muchos países han visto revalorizado su poder, pero el cambio es tan ligero que apenas influye. Por el momento, los países emergentes se van a casa sin resultados muy tangibles, pero con la promesa de que están llamados a jugar un papel más importante del que han desempeñado hasta ahora.

El FMI se había comprometido a que la redistribución del voto resulte en un aumento del poder de las naciones en desarrollo. También dijo que en la nueva fórmula que determinará el voto, el Producto Interno Bruto (PIB) será "la variable más importante" en la nueva fórmula que se utilizará para redistribuir el poder y se comprometió a aumentar las cuotas. El resultado final es que la variación es apenas de un 10%.

Aunque la mayoría de los países en desarrollo cree que esos pasos son insuficientes, los consideran alentadores, ya que es la primera reestructuración de los porcentajes a favor de los países emergentes. Sólo el futuro dirá si Occidente consigue mantener su cuota de poder y el determinante derecho a veto en manos de EEUU. Lo que parece claro es que la última reforma es a todas luces insuficiente para conseguir el objetivo de reflejar la economía actual en la “mesa de los 24”.


Políticas económicas

Las políticas económicas que el FMI ha llevado a cabo en muchas ocasiones han provocado los derrumbamientos de economías nacionales o “ajustes estructurales” demasiado impactantes como para ser absorbidos adecuadamente tanto por la opinión pública como por las estructuras económicas internas. Nuestras conclusiones son una serie de recordatorios, remontándonos a los propósitos “descubiertos” con los que fueron creadas estas instituciones.

El apoyo de las Instituciones Financieras Internacionales no ha contribuido a la recuperación de las economías de los distintos países que han sufrido colapsos económicos. Lejos de esto, el FMI se ha encontrado presente en la mayoría de las catastróficas crisis que se dieron a lo largo del mundo en los años 90 y principios de este nuevo siglo.

El FMI ha olvidado sus objetivos fundacionales para limitarse a proteger a los acreedores extranjeros y potenciar que la creación de excedentes estuviera siempre dirigida al infinito pago de la deuda. Las IFI deben encontrar soluciones más consecuentes con las realidades nacionales y no aplicar siempre el mismo recetario de programas para todos los países y para todos los tiempos.

Las IFI deberían dar más importancia a los verdaderos perjudicados de las crisis económicas que son los sectores más vulnerables de la población, en vez de desterrarlos a un eterno segundo plano. La educación, la sanidad, la seguridad laboral, la reducción de las desigualdades a través de una mejor redistribución de los ingresos deberían ser objetivos principales tanto para los gobiernos involucrados como para estos organismos internacionales.

Es imprescindible reactivar la producción de los países que han entrado en colapso económico para poder satisfacer las necesidades de la población, crear empleo y así poder empezar a salir del circulo vicioso que es la deuda externa, que hace a las economías de los países en desarrollo completamente adictas al capital extranjero.

Sería necesario promover una apertura comercial multilateral eliminando el proteccionismo de los países desarrollados que impide una verdadera competitividad de las economías de los países en desarrollo en la economía mundial.

La conclusión y, tal vez la crítica más intensa, compartida por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, es que las políticas de ajuste estructural impulsadas por esos organismos han impuesto enormes costos sociales sobre los grupos vulnerables en los países en desarrollo. Y es a eso precisamente, lo más importante, a lo que las Instituciones Financieras Internacionales tienen dar prioridad reparando en vías distintas para la globalización y no unicamente la de ideología neoliberal.

miércoles, 30 de enero de 2008

Exposiciones día 30/01/08

Último y ajetreado día de clase y de exposiciones. Se ha hablado de todo, o esa es la impresión que a mi me ha quedado hoy. Lástima el hecho de la rapidez en los cambios de exposiciones debido a la abundancia de grupos y a la escasez de tiempo, ya que no se han podido plantear algunas preguntas o debates que en algunos casos creo que habrían sido bastante interesantes.

Las exposiciones han tocado temas tan variados como la inmigración, el TLC entre EEUU y México, las mafias a nivel internacional, el protocolo de Kyoto, sociedad y economía de países árabes (Egipto y Arabia) y dos grupos acerca de China (a parte de el del otro día).

Es curioso -pensando sobre la inmigración- que, en el mundo actual en el que vivimos, el dinero pueda fluir libremente de una punta a otra del mundo sin ningún problema. En cambio las personas son atrapadas entre muros ficticios, lineas en un mapa en ocasiones más duras que el puro acero. El TLC une las economías norteamericanas (EEUU, Canadá y México) como si fueran prácticamente una sola; a la vez se está construyendo un muro de miles de kilómetros para impedir que las personas mexicanas puedan entrar en territorio estadounidense. Por supuesto, el FMI apoya incondicionalmente al TLC sin pronunciarse sobre la otra cuestión, claro, no les compete. Y tienen razón.

El protocolo de Kyoto es un primer paso a favor del medio en el que vivimos. Esto era la guerra hasta ahora: “la Humanidad” maltrataba el planeta sin control alguno y él nos oscilaba la temperatura, desertizando zonas y creando el triple de monzones y huracanes. Ésta es una metáfora de lo que puede pasar si ésta dinámica continúa. Obviamente, el bando de “la Humanidad” sabe que será él el que pierda, por eso negocia. Kyoto es un intento de paz a largo plazo. Pero Kyoto es insuficiente si el general más importante del bando de “la Humanidad” no lo apoya. Lo más irónico de todo es que buena parte del frenazo del cambio climático depende de la población norteamericana, que votará este año a su presidente, el decisor (Obama, por ejemplo, ya ha señalado que impedir el cambio climático será una de sus políticas más importantes; en cambio los republicanos son todavía escépticos ante el nuevo fenómeno). ¿Y qué es lo que opina de todo esto el FMI? Ésta institución está formada obviamente por personas y nadie quiere morir; pero el fin de la institución es el que es y la reducción de emisiones significa menor producción a nivel mundial cuando la capacidad productiva podría ser mucho mayor. Se necesita un cambio de mentalidad. Que importará el capital si el lugar en el que vivimos se va “a la mierda”.

Por otro lado el BM ha declarado que las medidas contra el cambio climático se dejarán notar mucho más intensamente en el tercer mundo, donde las fábricas tienen que acatar menor legislación acerca de la contaminación y por eso mismo, contaminan más. Sí esas fábricas se cierran en occidente la bolsa bajará dos puntos; en el tercer mundo miles de personas perderán el trabajo, para la mayoría de ellos su único modo de subsistencia.

En primero de bachillerato estudié por primera vez Economía. En la primera o la segunda clase me enseñaron el curioso concepto de “coste de oportunidad”, creo que me acordaré toda la vida y no se bien por qué, la verdad. Cualquier decisión tiene un coste de oportunidad, siempre hay algo que se pierde, alguien a quien perjudicar, es inevitable. La pregunta es si actualmente estamos tomando la mejor decisión posible para que el coste de oportunidad no sea de escándalo. La respuesta se encuentra en los telediarios.


Alberto Alonso de la Fuente


He llegado a casa un poco enfadado con el mundo y este es el resultado. Al menos me he desahogado un poco, jeje.

martes, 29 de enero de 2008

Exposiciones día 23/01/08

Fue el día en que nuestro grupo expuso. Tengo que decir que al principio estaba un poco nervioso pero conforme me iba explicando empezaba a enlazar las palabras de otra forma: mejor. Deberíamos exponer más a lo largo de la carrera ya que creo que es muy importante de cara tanto al desarrollo personal como al futuro profesional. Al final creo que mi grupo expuso lo mejor que pudo y cumplimos el objetivo principal, ya que algunos compañeros se nos acercaron al final de clase para intercambiar impresiones y hacer alguna pregunta “out time” (FMI, BM y OMC).

Junto con nosotros expusieron otros dos grupos:

El primero trató el complicado tema del narcotráfico y tráfico de armas, quizás por eso en su turno de preguntas nos encontramos con algún compañero que corregía y reenfocaba el trabajo. En cuanto a la relación con nuestro trabajo, todo mercado que esté fuera de la legalidad es por definición un mercado no válido para las Instituciones Financieras Internacionales. El BM tiene planes contra el tráfico de drogas, otorgando créditos más baratos si se reduce la producción ilegal de estas sustancias. A veces, esto produce el efecto contrario ya que otros países similares comienzan a “levantar la mano” a los narcotraficantes de su país para recibir también la subvención. Desde luego es un problema más que complicado.

Hay que entender que el negocio de la droga alimenta familias en todo el mundo (son muchos los agricultores, intermediarios, narcotraficantes y camellos que sacan partido ilegalmente del negocio de la droga). La solución sería quizás darles un trabajo legal que gane en estabilidad y seguridad, que valoren más estas características que el dinero rápido. Además a nivel social occidental la salud de muchos se vería mejorada en gran medida. De todas formas y como dije antes, es tremendamente complicado: hay drogas legales, drogas ilegales, drogas ilegales menos perjudiciales que las legales, visiones muy distintas de sociedades democráticas avanzadas que, o son permisivas en referencia al consumo de drogas, o son intensamente contrarias.

Como ya he dicho y diré siempre con este tema: es mucho más complicado de lo que nos imaginamos, y más a nivel global en nuestra actualidad.


La segunda exposición, menos polémica pero igualmente interesante, trataba el tema de China (Cultura, política y economía). Tanto en la exposición como en el trabajo dejamos claro que China estaba representada en “la mesa de los 24” del FMI muy por debajo de su realidad económica. Actualmente tiene un 3,66 de poder de decisión y silla propia, pero esto no es una gran ventaja si se compara con Holanda por ejemplo, que tiene una economía irrisoria respecto a la china, pero cuenta con más o menos el mismo porcentaje de poder.

El capital que el FMI insufla a la economía en crisis es proporcional a su cantidad de poder en la “mesa de los 24”. Si China, el gigante asiático y ya mundial, tiene un porcentaje tan bajo, las aportaciones del FMI no le servirían para absolutamente nada en caso de crisis económica. Ante esto, China dispone de su propio fondo, preparado para utilizarse en caso de crisis. La pregunta es: ¿Para que está el FMI si no es para proteger los mercados de las crisis, especialmente desastrosas si el caso se diera en China?

Otra cuestión entre China y el FMI son las diferentes visiones que tienen sobre la apertura económica: mientras el FMI apostaba por llevar a cabo una transición económica inmediata como en el caso de Rusia, China creía firmemente en los cambios progresivos y sin atropellos. China, como es lógico, no hizo caso a los analistas de FMI y decidió seguir sus propias ideas para llevar a cabo la difícil misión económica de apertura. Y la jugada le ha salido “mejor imposible”. Frente al fiasco de Rusia, China ha sabido ir desregulando poco a poco los mercados corrigiendo los errores de manera progresiva. China ha tenido un desarrollo sin precedentes desde que comenzó con las reformas y el reconocimiento a nivel mundial de su transición económica. El FMI bien podría aprender que liberalizar lo más rápido posible sin tener en cuenta variables esenciales es un suicidio económico, y si no que pregunten por Europa del Este o Sudamérica.

De todas formas, a China le queda mucho camino por recorrer ya que más de la mitad de sus empresas siguen siendo propiedad del Estado y el crecimiento económico del 12% o 13 % que actualmente tienen algún día tendrá que reducirse. Es en esos momentos cuando se comprueba la solidez de una economía y el trabajo bien hecho.

domingo, 27 de enero de 2008

Exposiciones día 17/01/08

La primera exposición trataba un tema completamente nuevo en el proceso productivo mundial: La deslocalización industrial. Durante la primera mitad del siglo XX, el modelo taylorista y fordista de producción nunca hubieran podido imaginar que en un futuro no muy lejano un mismo producto se fabricaría por partes en distintos puntos del mundo, separados a veces por miles y miles de kilómetros entre sí.


La deslocalización industrial es un fenómeno intensamente relacionado con las Inversiones Extranjeras Directas, que posibilitan que en casi cualquier país del mundo una fábrica de casi “cualquier cosa” se instale para producir más barato. Porque es esa y no otra la razón de la deslocalización: reducir costes. En países con impuestos débiles o ineficaces, gobiernos corruptos, mano de obra barata y sin apenas demandas laborales, son condiciones que en occidente ya prácticamente no existen. Un caso bastante visual de los efectos que la deslocalización produce podemos verlo en las famosas “maquilas mejicanas”.


Pero no toda la deslocalización está impregnada de injusticias claras. Muchos casos de deslocalizacón han dado prosperidad y crecimiento a determinadas regiones. El caso de España durante los años 60, 70 y 80 son realmente significativos.


El FMI promociona mediante la retirada de medidas proteccionistas en los mercados nacionales el surgimiento de este tipo de fabricación. El mundo sin barreras económicas de ningún tipo es el mundo perfecto para fragmentar la cadena productiva y repartir sus partes allá donde se oferten mejores condiciones. Es el FMI uno de los precursores neoliberales de este tipo de modelos que reducen costes e imprimen así a los mercados una dinámica más competitiva.




La segunda exposición se centró sobre los recursos energéticos a nivel mundial. Mucha temática de ésta exposición tuvo que ver con la geopolítica con el petróleo y gas natural como arma. El caso de Rusia es el que más llama la atención, variando continuamente el precio de sus exportaciones según sean las medidas que los gobiernos de sus países cercanos y especialmente exsoviéticos tomen. Sudamérica es un caso con distintos ejemplos ya que son varios los Estados que poseen recursos fósiles energéticos. Uno de ellos es Venezuela, que aplica su fuerza como país petrolífero para luchar por un puesto hegemónico regional o, por lo menos, algo de protagonismo.


El Banco Mundial no posee actualmente un programa estable de promoción de energías renovables. En un momento en el que los combustibles fósiles anuncian su agotamiento con unos precios excesivos, una organización como la del BM debería promocionar otro tipo de fuentes energéticas para preparar al mundo ante el agotamiento del petróleo. Y es que personalmente creo que es un problema demasiado grande como para tratarlo tan a la ligera, no sólo a nivel institucional económico, sino a nivel ejecutivo estatal. España centra su producción energética básicamente en el petróleo (a parte de la energía nuclear y alguna que otra más) y no parece que haya un “plan” definido para variar esto a corto plazo. Hay que comenzar a prepararse para el cambio de rumbo energético, y el país que no lo tenga en cuenta es un país retrasado en ese sentido actualmente.

lunes, 21 de enero de 2008

Exposiciones primer día: 16/01/08

El tema que mi grupo trata es el de las IFI (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio). Al ser un tema tan global -exactamente estas son las instituciones que están rigiendo y llevando a cabo el proceso de globalización económica entre Estados- la mayoría de las exposiciones tendrán una relación directa con nuestro trabajo; es más, con el actual proceso de “mundialización” son ya pocos los aspectos económicos que no están conectados al resto del mundo.





La primera exposición de mis compañeros trataba sobre los flujos financieros internacionales, centrándose concretamente en la Inversión Extranjera Directa (a partir de ahora IED). Hoy en día éste flujo es de vital importancia para las economías tanto receptoras como exportadoras, procediendo además a un proceso de deslocalización industrial (sobre este fenómeno ya hablaremos más adelante).

El Fondo Monetario Internacional está directamente relacionado con las IED; de hecho, este organismo ha puesto una intensa confianza en este mecanismo económico para levantar las economías y evitar las crisis. Su manera de fomentarlo es la de incluir la retirada de aranceles y la libre circulación de capital en su lista de correcciones económicas que los países miembros deben legislar. La IED crea puestos de trabajo en países subdesarrollados y deja riqueza a modo de salario o de “compensaciones” y el país (empresa multinacional) inversor recorta gastos de producción y evita pagar salarios altos (los que tendría que pagar en su propio país, por ejemplo). Pero este fenómeno inversor no siempre es un nexo entre países “ricos” y “pobres”, ya que los datos nos muestran que, por ejemplo, la IED de la Unión Europea se realiza sobre todo entre los países miembros.

El Fondo Monetario Internacional es consciente de que las medidas neoliberales que aplica son perjudiciales en un principio a nivel social, pero se justifica afirmando que sientan las bases para un desarrollo económico que a la postre será muy beneficioso para el país. Es decir, “para crecer hay que sufrir”. Hay muchos detractores de esta tesis que explican que no es necesario el trabajo precario y la esquilmación de los recursos naturales nacionales para mejorar económicamente un país. El económico que más insiste sobre ello es Joseph Stiglitz, aunque ni mucho menos está sólo dentro del círculo intelectual económico.

Las empresas multinacionales que realizan las IED están beneficiándose directamente de las políticas neoliberales que el FMI y la OMC están llevando a cabo. Presidentes del FMI como Rodrigo Rato, han sido y son consejeros o ejecutivos de estas mismas empresas, por lo que la conexión es más que sospechosa.


La segunda exposición presentaba una Organización Internacional que poco a poco está asentándose, no sin dificultades, en el “cono sur” del continente sudamericano: el MERCOSUR. Esta organización formada básicamente por los países con más expansión de América Latina (sur) se esfuerza por intensificar su influencia y cohesionar a sus países miembros tanto económica como socialmente. Sus países miembros (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay –Venezuela, Chile, Bolivia y Perú como asociados-) tienen una característica común: la deuda externa que asfixió sus economías desde la década de los 80 y de la que ahora, poco a poco, comienzan a recuperarse.

El FMI se implicó directamente en el cobro de la deuda y gestionó con asesoramiento económico las medidas a tomar para no saltarse ni un pago manteniendo una economía de “puertas abiertas”. Esto provocó la saturación económica en países como Argentina y su dura crisis a principios del nuevo milenio. El FMI, el BM y la OMC deberían apoyar este tipo de Organizaciones económicas como motor de economías regionales; por el momento no se puede decir que lo hayan hecho.

Nuestros compañeros nos dieron una visión optimista y de esperanza (no sin invocar los problemas que arrastra) creyendo en el MERCOSUR como una solución para América Latina. Esperamos que así sea.

miércoles, 2 de enero de 2008

Resúmenes "Teoría del Desarrollo Capitalista" de Swezzy

Los resúmenes del libro "Teoría del Desarrollo Capitalista" de Swezzy, del grupo formado por:

- Alberto Alonso de la Fuente
- Ana Llorente Álvarez
- Lucia Martinez Fernandez
- Irene Sánchez Lopez

Se encuentran en descarga directa pinchando sobre el siguiente link:



www.not4sale.org/archivos/titosdoc/Sistema_Economico_Mundial_-_Resumenes_swezzy.doc



Un saludo

sábado, 24 de noviembre de 2007

El árlbol de la Ciencia - PIO BAROJA

Me encuentro actualmente releyendo "el árbol de la ciencia" de Pio Baroja, uno de los libros más importantes de nuestra literatura del último siglo. Durante su lectura esta última semana redescubrí dos capítulos que hablan de la Ciencia y tratan temas muy parecidos a los que estamos viendo actualmente en clase. Me parece muy interesante transcribirlos, aunque sean un poco largos, merece la pena.



Andrés Hurtado, el protagonista, se encuentra en la terraza de su tio Iturrioz, médico ya de unos 60 años. Andrés no es un estudiante de medicina normal, su mente vuela por encima del Madrid de aquella época, y su tio es una de las pocas personas con las que Andrés puede tener conversaciones interesantes y enriquecedoras para él. Discuten durante largas horas sobre los temas más diversos. Aquí reproduzco una de las conversaciones que nos interesan:


Parte IV, Capítulo II: La realidad de las cosas


—No, no, realidades —replicó Andrés—. ¿Qué duda cabe que el mundo que
conocemos es el resultado del reflejo de la parte de cosmos del horizonte sensible en
nuestro cerebro? Este reflejo unido, contrastado, con las imágenes reflejadas en los
cerebros de los demás hombres que han vivido y que viven, es nuestro conocimiento del
mundo, es nuestro mundo. ¿Es así, en realidad, fuera de nosotros? No lo sabemos, no lo
podremos saber jamás.
—No veo claro. Todo eso me parece poesía.
—No; poesía no. Usted juzga por las sensaciones que le dan los sentidos. ¿No es
verdad? —Cierto.
—Y esas sensaciones e imágenes las ha ido usted valorizando desde niño con las
sensaciones e imágenes de los demás. ¿Pero tiene usted la seguridad de que ese mundo
exterior es tal como usted lo ve? ¿Tiene usted la seguridad ni siquiera de que existe? —
Sí.
—La seguridad práctica, claro; pero nada más.
—Esa basta.
—No, no basta. Basta para un hombre sin deseo de saber, si no, ¿para qué se
inventarían teorías acerca del calor o acerca de la luz? Se diría: hay objetos calientes y
fríos, hay color verde o azul; no necesitamos saber lo que son.
—No estaría mal que procediéramos así. Si no, la duda lo arrasa, lo destruye todo.
—Claro que lo destruye todo.
—Las matemáticas mismas quedan sin base.
—Claro. Las proposiciones matemáticas y lógicas son únicamente las leyes de la
inteligencia humana; pueden ser también las leyes de la naturaleza exterior a nosotros,
pero no lo podemos afirmar. La inteligencia lleva como necesidades inherentes a ella,
las nociones de causa, de espacio y de tiempo, como un cuerpo lleva tres dimensiones.
Estas nociones de causa, de espacio y de tiempo son inseparables de la inteligencia, y
cuando ésta afirma sus verdades y sus axiomas “a priori”, no hace más que señalar su
propio mecanismo.
—¿De manera que no hay verdad?
—Sí; el acuerdo de todas las inteligencias en una misma cosa es lo que llamamos
verdad. Fuera de los axiomas lógicos y matemáticos, en los cuales no se puede suponer
que no haya unanimidad, en lo demás todas las verdades tienen como condición el ser
unánimes.
—¿Entonces son verdades porque son unánimes? —preguntó Iturrioz.
—No, son unánimes, porque son verdades.
—Me da igual.
—No, no. Si usted me dice: la gravedad es verdad porque es una idea unánime, yo
le diré no; la gravedad es unánime porque es verdad. Hay alguna diferencia. Para mí,
dentro de lo relativo de todo, la gravedad es una verdad absoluta.
—Para mí no; puede ser una verdad relativa.
—No estoy conforme —dijo Andrés—. Sabemos que nuestro conocimiento es una
relación imperfecta entre las cosas exteriores y nuestro yo; pero como esa relación es
constante, en su tanto de imperfección, no le quita ningún valor a la relación entre una
cosa y otra.
Por ejemplo, respecto al termómetro centígrado: usted me podrá decir que dividir en
cien grados la diferencia de temperatura que hay entre el agua helada y el agua en
ebullición es una arbitrariedad, cierto; pero si en esta azotea hay veinte grados y en la
cueva quince, esa relación es una cosa exacta.
—Bueno. Está bien. Quiere decir que tú aceptas la posibilidad de la mentira inicial.
Déjame suponer la mentira en toda la escala de conocimientos. Quiero suponer que la
gravedad es una costumbre, que mañana un hecho cualquiera la desmentirá. ¿Quién me
lo va a impedir?
—Nadie; pero usted, de buena fe, no puede aceptar esa posibilidad. El
encadenamiento de causas y efectos es la ciencia. Si ese encadenamiento no existiera,
ya no habría asidero ninguno; todo podría ser verdad.
—Entonces vuestra ciencia se basa en la utilidad.
—No; se basa en la razón y en la experiencia.
—No, porque no podéis llevar la razón hasta las últimas consecuencias.
—Ya se sabe que no, que hay claros. La ciencia nos da la descripción de una
falange de este mamuth, que se llama universo; la filosofía nos quiere dar la hipótesis
racional de cómo puede ser este mamuth. ¿Que ni los datos empíricos ni los datos
racionales son todos absolutos? ¡Quién lo duda! La ciencia valora los datos de la
observación; relaciona las diversas ciencias particulares, que son como islas exploradas
en el océano de lo desconocido, levanta puentes de paso entre unas y otras, de manera
que en su conjunto tengan cierta unidad. Claro que estos puentes no pueden ser más que
hipótesis, teorías, aproximaciones a la verdad.
—Los puentes son hipótesis y las islas lo son también.
—No, no estoy conforme. La ciencia es la única construcción fuerte de la
humanidad. Contra ese bloque científico del determinismo, afirmado ya por los griegos,
¿cuántas olas no han roto? Religiones, morales, utopías; hoy todas esas pequeñas
supercherías del pragmatismo y de las ideas-fuerzas..., y sin embargo, el bloque
continúa inconmovible, y la ciencia no sólo arrolla estos obstáculos, sino que los
aprovecha para perfeccionarse.
—Sí —contestó Iturrioz—; la ciencia arrolla esos obstáculos y arrolla también al
hombre.
—Eso en parte es verdad —murmuró Andrés, paseando por la azotea.



Parte IV, Capítulo III: El árbol de la ciencia y el árbol de la vida


—Ya la ciencia para vosotros —dijo Iturrioz— no es una institución con un fin
humano, ya es algo más; la habéis convertido en ídolo.
—Hay la esperanza de que la verdad, aun la que hoy es inútil, pueda ser útil mañana
—replicó Andrés.
—¡Bah! ¡Utopía! ¿Tú crees que vamos a aprovechar las verdades astronómicas
alguna vez?
—¿Alguna vez? Las hemos aprovechado ya.
—¿En qué?
—En el concepto del mundo.
—Está bien; pero yo hablaba de un aprovechamiento práctico, inmediato. Yo en el
fondo estoy convencido de que la verdad en bloque es mala para la vida. Esa anomalía
de la naturaleza que se llama la vida necesita estar basada en el capricho, quizá en la
mentira.
—En eso estoy conforme —dijo Andrés—. La voluntad, el deseo de vivir, es tan
fuerte en el animal como en el hombre. En el hombre es mayor la comprensión. A más
comprender, corresponde menos desear. Esto es lógico, y además se comprueba en la
realidad. La apetencia por conocer se despierta en los individuos que aparecen al final
de una evolución, cuando el instinto de vivir languidece. El hombre, cuya necesidad es
conocer, es como la mariposa que rompe la crisálida para morir. El individuo sano,
vivo, fuerte, no ve las cosas como son, porque no le conviene. Está dentro de una
alucinación. Don Quijote, a quien Cervantes quiso dar un sentido negativo, es un
símbolo de la afirmación de la vida. Don Quijote vive más que todas las personas
cuerdas que le rodean, vive más y con más intensidad que los otros. El individuo o el
pueblo que quiere vivir se envuelve en nubes como los antiguos dioses cuando se
aparecían a los mortales. El instinto vital necesita de la ficción para afirmarse. La
ciencia entonces, el instinto de crítica, el instinto de averiguación, debe encontrar una
verdad: la cantidad de mentira que es necesaria para la vida. ¿Se ríe usted?
—Sí, me río, porque eso que tú expones con palabras del día, está dicho nada menos
que en la Biblia.
—¡Bah!
—Sí, en el Génesis. Tú habrás leído que en el centro del paraíso había dos árboles,
el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. El árbol de la vida era
inmenso, frondoso, y, según algunos santos padres, daba la inmortalidad. El árbol de la
ciencia no se dice cómo era; probablemente sería mezquino y triste. ¿Y tú sabes lo que
le dijo Dios a Adán?
—No recuerdo; la verdad.
—Pues al tenerle a Adán delante, le dijo: Puedes comer todos los frutos del jardín;
pero cuidado con el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que tú
comas su fruto morirás de muerte. Y Dios, seguramente, añadió: Comed del árbol de la
vida, sed bestias, sed cerdos, sed egoístas, revolcaos por el suelo alegremente; pero no
comáis del árbol de la ciencia, porque ese fruto agrio os dará una tendencia a mejorar
que os destruirá. ¿No es un consejo admirable?
—Sí, es un consejo digno de un accionista del Banco —repuso Andrés.
—¡Cómo se ve el sentido práctico de esa granujería semítica! —dijo Iturrioz—.
¡Cómo olfatearon esos buenos judíos, con sus narices corvas, que el estado de
conciencia podía comprometer la vida!
—Claro, eran optimistas; griegos y semitas tenían el instinto fuerte de vivir,
inventaban dioses para ellos, un paraíso exclusivamente suyo. Yo creo que en el fondo
no comprendían nada de la naturaleza.
—No les convenía.
—Seguramente no les convenía. En cambio, los turanios y los arios del Norte
intentaron ver la naturaleza tal como es.
—¿Y, a pesar de eso, nadie les hizo caso y se dejaron domesticar por los semitas del
Sur?
—¡Ah, claro! El semitismo, con sus tres impostores, ha dominado al mundo, ha
tenido la oportunidad y la fuerza; en una época de guerras dio a los hombres un dios de
las batallas, a las mujeres y a los débiles un motivo de lamentos, de quejas y de
sensiblería.
Hoy, después de siglos de dominación semítica, el mundo vuelve a la cordura, y la
verdad aparece como una aurora pálida tras de los terrores de la noche.
—Yo no creo en esa cordura —dijo Iturrioz— ni creo en la ruina del semitismo. El
semitismo judío, cristiano o musulmán, seguirá siendo el amo del mundo, tomará
avatares extraordinarios. ¿Hay nada más interesante que la Inquisición, de índole tan
semítica, dedicada a limpiar de judíos y moros al mundo? ¿Hay caso más curioso que el
de Torquemada, de origen judío?
—Sí, eso define el carácter semítico, la confianza, el optimismo, el oportunismo...
Todo eso tiene que desaparecer. La mentalidad científica de los hombres del norte de
Europa lo barrerá.
—Pero, ¿dónde están esos hombres? ¿Dónde están esos precursores?
—En la ciencia, en la filosofía, en Kant sobre todo. Kant ha sido el gran destructor
de la mentira greco-semítica. Él se encontró con esos dos árboles bíblicos de que usted
hablaba antes y fue apartando las ramas del árbol de la vida que ahogaban al árbol de la
ciencia. Tras él no queda, en el mundo de las ideas, más que un camino estrecho y
penoso: la Ciencia. Detrás de él, sin tener quizá su fuerza y su grandeza, viene otro
destructor, otro oso del Norte, Schopenhauer, que no quiso dejar en pie los subterfugios
que el maestro sostuvo amorosamente por falta de valor. Kant pide por misericordia que
esa gruesa rama del árbol de la vida, que se llama libertad, responsabilidad, derecho,
descanse junto a las ramas del árbol de la ciencia para dar perspectivas a la mirada del
hombre. Schopenhauer, más austero, más probo en su pensamiento, aparta esa rama, y
la vida aparece como una cosa oscura y ciega, potente y jugosa sin justicia, sin bondad,
sin fin; una corriente llevada por una fuerza “x”, que él llama voluntad y que, de cuando
en cuando, en medio de la materia organizada, produce un fenómeno secundario, una
fosforescencia cerebral, un reflejo, que es la inteligencia. Ya se ve claro en estos dos
principios vida y verdad, voluntad e inteligencia.
—Ya debe haber filósofos y biófilos —dijo Iturrioz.
—¿Por qué no? Filósofos y biófilos. En estas circunstancias el instinto vital, todo
actividad y confianza, se siente herido y tiene que reaccionar y reacciona. Los unos, la
mayoría literatos, ponen su optimismo en la vida, en la brutalidad de los instintos y
cantan la vida cruel, canalla, infame, la vida sin finalidad, sin objeto, sin principios y sin
moral, como una pantera en medio de una selva.
Los otros ponen el optimismo en la misma ciencia. Contra la tendencia agnóstica de
un Du Bois-Reymond que afirmó que jamás el entendimiento del hombre llegaría a
conocer la mecánica del universo, están las tendecias de Berthelot, de Metchnikoff, de
Ramón y Cajal en España, que supone que se puede llegar a averiguar el fin del hombre
en la Tierra. Hay, por último, los que quieren volver a las ideas viejas y a los viejos
mitos, porque son útiles para la vida. Éstos son profesores de retórica, de esos que
tienen la sublime misión de contarnos cómo se estornudaba en el siglo XVIII después
de tomar rapé, los que nos dicen que la ciencia fracasa y que el materialismo, el
determinismo, el encadenamiento de causa a efecto es una cosa grosera, y que el
espiritualismo es algo sublime y refinado. ¡Qué risa! ¡Qué admirable lugar común para
que los obispos y los generales cobren su sueldo y los comerciantes puedan vender
impunemente bacalao podrido! ¡Creer en el ídolo o en el fetiche es símbolo de
superioridad; creer en los átomos, como Demócrito o Epicuro, señal de estupidez! Un
“aissaua” de Marruecos que se rompe la cabeza con un hacha y traga cristales en honor
de la divinidad, o un buen mandingo con su taparrabos, son seres refinados y cultos; en
cambio el hombre de ciencia que estudia la naturaleza es un ser vulgar y grosero. ¡Qué
admirable paradoja para vestirse de galas retóricas y de sonidos nasales en la boca de un
académico francés! Hay que reírse cuando dicen que la ciencia fracasa. Tontería: lo que
fracasa es la mentira; la ciencia marcha adelante, arrollándolo todo.
—Sí, estamos conformes, lo hemos dicho antes, arrollándolo todo. Desde un punto
de vista puramente científico, yo no puedo aceptar esa teoría de la duplicidad de la
función vital: inteligencia a un lado, voluntad a otro, no.
—Yo no digo inteligencia a un lado y voluntad a otro —replicó Andrés—, sino
predominio de la inteligencia o predominio de la voluntad. Una lombriz tiene voluntad e
inteligencia, voluntad de vivir tanta como el hombre, resiste a la muerte como puede; el
hombre tiene también voluntad e inteligencia, pero en otras proporciones.
—Lo que quiero decir es que no creo que la voluntad sea sólo una máquina de
desear y la inteligencia una máquina de reflejar.
—Lo que sea en sí, no lo sé; pero a nosotros nos parece esto racionalmente. Si todo
reflejo tuviera para nosotros un fin, podríamos sospechar que la inteligencia no es sólo
un aparato reflector, una luna indiferente para cuando se coloca en su horizonte
sensible; pero la conciencia refleja lo que puede aprehender sin interés,
automáticamente y produce imágenes. Estas imágenes desprovistas de lo contingente
dejan un símbolo, un esquema que debe ser la idea.
—No creo en esa indiferencia automática que tú atribuyes a la inteligencia. No
somos un intelecto puro, ni una máquina de desear, somos hombres que al mismo
tiempo piensan, trabajan, desean, ejecutan... Yo creo que hay ideas que son fuerzas.
—Yo, no. La fuerza está en otra cosa. La misma idea que impulsa a un anarquista
romántico a escribir unos versos ridículos y humanitarios, es la que hace a un
dinamitero poner una bomba. La misma ilusión imperialista tiene Bonaparte que
Lebaudy, el emperador del Sahara. Lo que les diferencia es algo orgánico.
—¡Qué confusión! En qué laberinto nos vamos metiendo —murmuró Iturrioz.
—Sintetice usted nuestra discusión y nuestros distintos puntos de vista.
—En parte, estamos conformes.
Tú quieres, partiendo de la relatividad de todo, darle un valor absoluto a las
relaciones entre las cosas.
—Claro, lo que decía antes; el metro en sí, medida arbitraria; los trescientos sesenta
grados de un círculo, medida también arbitraria; las relaciones obtenidas con el metro o
con el arco, exactas.
—No, ¡si estamos conformes! Sería imposible que no lo estuviéramos en todo lo
que se refiere a la matemática y a la lógica; pero cuando nos vamos alejando de estos
conocimientos simples y entramos en el dominio de la vida, nos encontramos dentro de
un laberinto, en medio de la mayor confusión y desorden. En este baile de máscaras, en
donde bailan millones de figuras abigarradas, tú me dices: Acerquémonos a la verdad.
¿Dónde está la verdad? ¿Quién es ese enmascarado que pasa por delante de nosotros?
¿Qué esconde debajo de su capa gris? ¿Es un rey o un mendigo? ¿Es un joven
admirablemente formado o un viejo enclenque y lleno de úlceras? La verdad es una
brújula loca que no funciona en este caos de cosas desconocidas.
—Cierto, fuera de la verdad matemática y de la verdad empírica que se va
adquiriendo lentamente, la ciencia no dice mucho. Hay que tener la probidad de
reconocerlo..., y esperar.
—¿Y, mientras tanto, abstenerse de vivir, de afirmar? Mientras tanto no vamos a
saber si la República es mejor que la Monarquía, si el Protestantismo es mejor o peor
que el Catolicismo, si la propiedad individual es buena o mala; mientras la Ciencia no
llegue hasta ahí, silencio.
—¿Y qué remedio queda para el hombre inteligente?
—Hombre, sí. Tú reconoces que fuera del dominio de las matemáticas y de las
ciencias empíricas existe, hoy por hoy, un campo enorme a donde todavía no llegan las
indicaciones de la ciencia. ¿No es eso?
—Sí.
—¿Y por qué en ese campo no tomar como norma la utilidad?
—Lo encuentro peligroso —dijo Andrés—. Esta idea de la utilidad, que al principio
parece sencilla, inofensiva, puede llegar a legitimar las mayores enormidades, a
entronizar todos los prejuicios.
—Cierto, también, tomando como norma la verdad, se puede ir al fanatismo más
bárbaro. La verdad puede ser un arma de combate.
—Sí, falseándola, haciendo que no lo sea. No hay fanatismo en matemáticas, ni en
ciencias naturales. ¿Quién puede vanagloriarse de defender la verdad en política o en
moral? El que así se vanagloria, es tan fanático como el que defiende cualquier sistema
político o religioso. La ciencia no tiene nada que ver con eso; ni es cristiana, ni es atea,
ni revolucionaria, ni reaccionaria.
—Pero ese agnosticismo, para todas las cosas que no se conocen científicamente, es
absurdo, porque es antibiológico. Hay que vivir. Tú sabes que los fisiólogos han
demostrado que, en el uso de nuestros sentidos, tendemos a percibir, no de la manera
más exacta, sino de la manera más económica, más ventajosa, más útil. ¿Qué mejor
norma de la vida que su utilidad, su engrandecimiento?
—No, no; eso llevaría a los mayores absurdos en la teoría y en la práctica.
Tendríamos que ir aceptando ficciones lógicas: el libre albedrío, la responsabilidad, el
mérito; acabaríamos aceptándolo todo, las mayores extravagancias de las religiones.
—No, no aceptaríamos más que lo útil.
—Pero para lo útil no hay comprobación como para lo verdadero —replicó
Andrés—. La fe religiosa para un católico, además de ser verdad, es útil; para un
irreligioso puede ser falsa y útil, y para otro irreligioso puede ser falsa e inútil.
—Bien, pero habrá un punto en que estemos todos de acuerdo, por ejemplo, en la
utilidad de la fe para una acción dada. La fe, dentro de lo natural, es indudable que tiene
una gran fuerza. Si yo me creo capaz de dar un salto de un metro, lo daré; si me creo
capaz de dar un salto de dos o tres metros, quizá lo dé también.
—Pero si se cree usted capaz de dar un salto de cincuenta metros, no lo dará usted
por mucha fe que tenga.
—Claro que no; pero eso no importa para que la fe sirva en el radio de acción de lo
posible.
Luego la fe es útil, biológica; luego hay que conservarla.
—No, no. Eso que usted llama fe no es más que la conciencia de nuestra fuerza. Ésa
existe siempre, se quiera o no se quiera. La otra fe conviene destruirla; dejarla es un
peligro; tras de esa puerta que abre hacia lo arbitrario una filosofía basada en la utilidad,
en la comodidad o en la eficacia, entran todas las locuras humanas.
—En cambio, cerrando esa puerta y no dejando más norma que la verdad, la vida
languidece, se hace pálida, anémica, triste. Yo no sé quién decía: La legalidad nos mata;
como él podemos decir: La razón y la ciencia nos apabullan. La sabiduría del judío se
comprende cada vez más que se insiste en este punto: a un lado el árbol de la ciencia, al
otro el árbol de la vida.
—Habrá que creer que el árbol de la ciencia es como el clásico manzanillo, que
mata a quien se acoge a su sombra —dijo Andrés burlonamente.
—Sí, ríete.
—No, no me río.

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Un saludo